

Marcos González Roldan, 1977.
Nací en Madrid y me crie en Getafe, ciudad a la que estoy muy agradecido y en la que viví los primeros veinticinco años de mi vida, de esta primera etapa vital tengo grandes recuerdos y lo que es más importante, grandes amigos. Estudié Derecho en la Universidad Carlos III de Getafe, a partir de entonces mi vida profesional se ha desarrolló en el mundo empresarial, donde he sido director y administrador de varias empresas de inversión, principalmente relacionadas con el ámbito inmobiliario y los mercados financieros.
Después de dar un necesario cambio de rumbo a mi vida en la importante encrucijada de los treinta a los treinta y cinco años, ahora dispongo de la libertad y el tiempo que siempre desee para dedicarlo a escribir. Una vocación que siempre estuvo latente dentro de mí y que en estos momentos, por fin, puedo desarrollar con la intensidad necesaria. Las enseñanzas vitales presentes en todos mis textos son fruto de años de investigación del mundo de la física para comprender la realidad material, y de introspección personal, para despertar y expandir mi condición espiritual. Durante mucho tiempo, además de viajar, estudiar y leer afondo grandes textos de filosofía, metafísica y sabiduría oriental, he convivido y aprendido junto a maestros espirituales, chamanes, venerables ancianos, yoguis, mujeres y hombres medicina que han apuntalado mi evolución y conocimiento más trascendental y místico. La esencia de las enseñanzas que voy aprendiendo y el fruto de todas estas experiencias son las doctrinas que comparto en mis escritos.
«En el siglo XXI, el ser humano se enfrenta a su elección más crucial: sucumbir ahogado en el pozo de la ignorancia, o bien, desplegar sus velas para navegar los océanos del espíritu»
Esta frase resume mi visión del desafío que debe afrontar el hombre en las convulsas circunstancias sociales, económicas y ecológicas de la actualidad. Dicen que hay muchos caminos para que el ser humano se realice y desarrolle una existencia plena y feliz, pero en verdad solo hay un camino con muchos nombres distintos, y ese camino se llama CONCIENCIA. Solo mediante el dominio de la mente la conciencia más pacífica y altruista se puede manifestar; y solo con una conciencia así se pueden plasmar las cualidades más humanas y compasivas que todo ser humano alberga en su corazón.

FOTO: Amanecer en Playa de Quitapellejos, Palomares (Almería). Agosto 2016.