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Al amanecer... Al atardecer... Todo es cambio...

Fragmento de la novela espiritual "Medicina con forma de Mujer" sobre la magia de cada amanecer, sobre el hechizo de cada atardecer, sobre la necesidad de transformación en el mundo de la materia.

… cada tarde nos deleitamos con las sensaciones que nos depara la puesta de sol. Desde aquí percibimos el tránsito de la energía vivaz y expansiva del día hacia el recogimiento, quietud y reposo de la energía nocturna. Tanto el amanecer como el atardecer son momentos de gran actividad energética. Os recomiendo que los contempléis con calma siempre que podáis, aprenderéis mucho observando, sintiendo y percibiendo el hechizo de estos momentos tan singulares. Lo cierto es que advertiréis que jamás hay dos atardeceres o amaneceres iguales, siempre son distintos, notaréis el cambio constante y perpetuo en todos los procesos que componen esta existencia, la impermanencia de esta vida.

―¿Qué es exactamente la impermanencia?

―La transitoriedad, la cualidad de no permanente. Toda nuestra supervivencia está condicionada a un eterno y continuo fluir a todos los niveles; todo es energía y esta no se puede estancar, debe manar incesante para producir la ilusión de las formas y concebir la materia. Sin embargo, el ser humano en su profunda ignorancia existencial se empeña inútilmente en aferrarse a todo lo que puede. Se identifica con cosas transitorias que le causan un severo sufrimiento, pues desea en vano perpetuar elementos mutables y fungibles como su estatus, su imagen exterior o sus posesiones. Debemos abrazar los procesos de cambio y transformación en nuestra vida, es la forma de salpimentar toda nuestra existencia. Así como evitar los apegos y condicionamientos que no solo nos hacen sufrir, sino que nos limitan y empobrecen de forma notable.



 
 
 

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© 2019 por Marcos González Roldán. Creado con Wix.com

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